COMO APRENDEN LOS PERROS



Cuando aparecen adiestradores que emplean los mal llamados “collares educativos”, es decir, los collares de castigo y alguien critica estos sistemas de tortura, siempre reciben la misma respuesta de esa persona, estos son herramientas “educativas” que hay que saber usar.  Estos son justificaciones vacías sin argumentación basada en el aprendizaje de los perros. Cabe destacar que los perros no requieren diferentes formas de educar en relación a las razas. Los principios en los que se basan los aprendizajes de un perro como de cualquier otro animal con capacidades cognitivas, es decir, capacidades de aprender son:

  • Condicionamiento clásico (Paulov). Este aprendizaje es el más simple y consiste en asociar un estímulo neutro, sin significado previo, con un estímulo incondicionado, respuesta no controlada por el perro (salivar, dolor…) que tras sucesivas repeticiones quedan asociados, convirtiendo ese estímulo neutro en uno condicionado. Ejemplos: clicker y comida o bien el pitido que emite un collar de descargas y la descarga posterior o vibración.

  • Condicionamiento operante (Skinner y Thorndike). Se basa en los 4 paradigmas del condicionamiento. Positivo equivale a añadir y negativo a retirar. Ejemplos:      
    Principios básicos del condicionamiento operante
    • Refuerzo positivo: añadir algo a la escena para que aumente la conducta. Ejemplo: premio de comida, juguete o afecto tras realizar una conducta.
    • Refuerzo negativo: retirar algo para que aumente la conducta. Ejemplo: tensar la correa que está unida al collar hasta que el perro se siente y  en ese momento retirar esa molesta tensión de correa.
    • Castigo positivo: añadir algo para que disminuya una conducta no deseada. Ejemplo: cachetes, talonazos, tirones de correa, tirones de collar de pincho, de ahorque, descargas eléctricas…
    • Castigo negativo: quitar o no dar refuerzo para disminuir la conducta no deseada (la ausencia de refuerzo positivo conlleva este castigo). Ejemplo: retirarle su actividad favorita en ese momento, el apartado social, volver para casa si está en un parque jugando…
Hay que tener en cuenta que a la hora de aplicar un castigo positivo es necesario la precisión, la intensidad adecuada y la clara asociación entre la acción y el castigo. Esto es inviable, ya que el entorno en el que sucede este tipo de asociaciones es incontrolado por el guía, deberíamos meter al perro y el guía en un entorno “vacío”. Por ello, sucede que toda conducta corregida mediante castigos positivos tiende a extinguirse pero deriva siempre en otras conductas impredecibles y más difíciles de manejar. Ejemplo práctico y común: si usas un collar de ahorque, estrangulamiento o cualquier otro collar de castigo, y tu perro tira de la correa para acercarse a saludar al perro, el guía aplica un tirón fuerte y preciso (porque le han enseñado como castigar conductas) que produzca un dolor en la traquea para que cese el tirar pero tras varias repeticiones lo que aprende el perro es que los perros están asociados a ese dolor que siente en el cuello y, si deja de tirar, cosa que dudo, si que desarrollará como muchas veces hemos comprobado, comportamientos agresivos hacia perros.

Este artículo pretende dar una idea sencilla sobre los pilares esenciales en cualquier sistema de aprendizaje, responda al adiestramiento en positivo o a las líneas tradicionales. Se podría hablar de extinción, evitación, generalización, discriminación, aprendizaje cognitivo emocional… pero no es el fin de este artículo. 


Por lo tanto, analiza en que se basa cada sistema de adiestramiento o educativo y responde a las siguientes preguntas sobre el sistema empleado: ¿qué hace, añade algo o quita algo a la escena? ¿cómo lo hace, emplea castigos o refuerzos? ¿cuál es su fin, aumentar o disminuir las conductas? Con esas tres preguntas respondidas, puedes buscar cuál es el principio que emplea de los anteriores explicados y con ello y sus consecuencias a medio y largo plazo, toma la decisión que creas más conveniente pero ten en cuenta que si el camino se “tuerce”, la culpa no será de tu perro.


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"




EH, TÚ!!!!!! .....


¿Cuántos de vosotros no habéis escuchado esta “coletilla" como inicio a un aleccionamiento de comportamiento cívico? Las personas que convivimos con perros tenemos menos derecho, para algunos ciudadanos, que el resto de personas que no tienen perro. Esto es frecuente en las ciudades cuando las personas que compartimos nuestra vida con un perro vamos paseando por un ambiente urbano. La excusa es sencilla, que nuestra perra realiza micciones en la acera, que un perro hace sus deposiciones y las recoges, a diferencia de algunas personas que aprovechan cualquier matorral para usarlo de baño público, cuando olfatean a alguien o, simplemente, cuando miran a una persona. Resulta que esa acera pública, que todos los contribuyentes pagamos por igual, aunque en este punto podríamos matizar que todo lo que está relacionado con un perro tributa a un 21% de IVA,  se convierte en un sólo segundo en un gueto privado, dónde ese aleccionador reclama su derecho de propiedad. Sin embargo, no hay legislación alguna que prohiba la realización de hábitos higiénicos en las aceras siempre que se recojan aquellos que correspondan, pero muchas personas ante esta provocación callamos como puro acto de inteligencia emocional.
Ahora bien, ¿os imagináis qué sucedería si actuásemos como esa persona que llama la atención y nos acercásemos a un conductor que se acaba de saltar un semáforo, que aparca en un sitio de minusválidos o en un vado que no es suyo que, básicamente, incumple una norma de tráfico? Seguramente que ni se nos pasaría por la cabeza hacerlo, porque sería muy probable que recibiésemos una respuesta contundente y en algunos casos hasta llevase a una respuesta violenta. ¿Y si llamásemos la atención a alguien que tira una basura al suelo? Parece ser que sólo molestan los perros o que somos ciudadanos de segunda para muchas personas. 


En la gran mayoría de casos, los perros están al día en vacunas, limpios, bien alimentados…no se puede considerar que sean un foco de infección. Además el mundo de los perros aporta a la sociedad un bien indiscutible cuando hablamos de perros guías, de perros de terapia, de perros detectores, de perros de rescate…los perros colaboran con el hombre para salvar vidas, para ayudarlos cuando la sociedad parece que les da de lado.
Estas personas personas que se encaran con los que compartimos la vida con los perros, ¿serían tan consecuentes que renunciarán a una ayuda cánida si en un momento de su vida es necesario? El reflejo de una sociedad avanzada es aquella en la que se respetan todas las formas de vida, no solo las humanas, dejando que coexistan con ellos sin interferir en su desarrollo y parece ser que, en España, para algunas personas, vivimos en la prehistoria dónde el hombre ha de reclamar su espacio frente a otras especies.
Con este artículo no pretendemos dar un alegato a la rebelión. Queremos plasmar la incongruencia cívica de personas que pretenden ser ejemplo de algo que queda muy alejado de su forma de vivir y expresarse y qué aquellos que lo sufren, que lo sufrimos, vean que no sólo les pasa a ellos. Quizás la siguiente foto sea la solución:  
 
Esta forma de paseo evita que el perro pise las aceras

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

María Vega de Dios,
Licenciada en Historia y antropóloga