LA OBEDIENCIA




La obediencia la podríamos definir como el conjunto de ordenes que un guía exige a un perro y éste las realiza, como puede ser caminar en junto, mantenerse tumbado durante un tiempo limitado, acudir a la llamada… La obediencia bien estructurada puede ser divertida y útil para perros equilibrados, convirtiéndose en un juego entre el perro y su guía. ¿Y en perros con comportamientos inadecuados puede ser la herramienta que haga desaparecer todos sus problemas?

Hace unas semanas nos encontramos con un perro que lleva varios años acudiendo a una escuela para resolver sus problemas con otros perros y la persona que acompañaba al perro no vio que se acercaba un perro desconocido por detrás de ellos, por lo que no pudo hacer que su perro entrará en un “modo de trabajo” que le aislara del perro que llegaba. El perro con problemas realiza un pequeño saludo tenso, e inmediatamente, comienza un zarandeo entre ambos perros. Interviene su guía, le pide un sentado y se acabó la discusión. ¿La obediencia ha sido eficaz? Sin ninguna duda no, porque el comportamiento inadecuado se para pero no se soluciona salvo que intervenga el guía. Jamás se le ha planteado a esa persona la causa por la que su perro tiene problemas con otros perros ya que en la escuela no será el mejor lugar para evaluar el problema en su totalidad.

Existen numerosas escuelas, independientemente de su metodología, que plantean resolver todos los problemas que tiene un perro con pura obediencia. Pero tal y como se demuestra en el caso anteriormente explicado, esta obediencia resulta inútil porque no es más que un parche que camufla el problema y obliga al guía a estar siempre “en guardia”.

Resulta más aprovechable y dará mejores resultados resolver los problemas de un perro en su origen, dejando la obediencia en un segundo plano o, incluso, más lejano. Enseñar los protocolos sociales, averiguar porqué tiene bajos niveles de seguridad o problemas en relacionarse con cualquier perro, fomentar que el motor que haga funcionar la llamada no sea la obediencia sino el vínculo, construir un paseo donde cubrir todas las necesidades del perro sin tener que desfilar militarmente con él, enseñar a resolver problemas al perro como sería lo habitual en estado natural… Si se analiza que un día cualquiera un perro debe de pasear al menos 45 minutos, la obediencia nunca sería más de 5 minutos, por lo que nos quedan muchas horas que compartir con ellos, y si comenzamos a preocuparnos sobre qué necesita un perro y de por qué suceden los problemas, podremos disfrutar de una vida de calidad junto a nuestro compañero canino.

Nos vemos en el siguiente artículo. 


Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León

"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"