INHIBICIÓN DE COMUNICACIÓN: CORREAS Y COLLARES


La inhibición de la comunicación es la acción de modificar cualquier tipo de forma de comunicarse mediante castigos. Dentro de esta comunicación tenemos desde las más sutiles como girar la cabeza o tumbarse hasta las más claras como el gruñido o el ladrido.

El manejo de la correa es fundamental a la hora de permitir una comunicación fluida entre perros, como sucede cuando van sueltos pero resulta demasiado frecuente ver como una correa inadecuada o un collar inapropiado o las dos cosas simultáneamente ejercen demasiada influencia dentro de estos encuentros. Por ello, resulta muy importante no ejercer ningún tipo de interacción a la hora de que dos perros se encuentre.

El primer caso que nos encontramos es el de aquellas personas que su perro ha tenido problemas con otros perros o que simplemente estas personas tienen miedo de otros perros. Esto se transmite a través de la correa al tensarla y acortarla, lo que pone en alerta al perro y tras sucesivas repeticiones, queda fijado el comportamiento al estímulo, creando un anuncio de un conflicto próximo. Cuando una persona acorta la correa al perro, se obliga a que levante la cabeza y, en consecuencia, que el pecho se expanda o tense muscularmente, lo que conlleva que el perro a vistas del que se va a encontrar esté emitiendo una señal de alerta similar al erizarse o sacar los dientes. En consecuencia, el conflicto es altamente probable.

El segundo caso es el de aquellas personas que emplean un collar “educativo”, es decir, un collar del pinchos, de descargas, ahorques…. donde la sola acción de sentir ese estímulo sobre la piel, inhibe de un modo inmediato la posible comunicación haciéndola artificial e incluso inexistente. Cualquier tipo de aversivo continuo o recordatorio de algo que lo va a dar, esa sensación que se transmite con la punta de los pinchos, por ejemplo, puede llevar a hasta asociaciones más peligrosas del tipo ver perro = sentir dolor.

El tercer caso es el de aquellas personas que castigan mediante patadas, manotazos en diferentes partes del cuerpo, talonazos… , es decir, cualquier tipo de acción física que no sea afectiva, cualquier emisión de señal de alerta o ataque como ladrar, gruñir, sacar los dientes… No olvidemos que esto es comunicación, que es previo a una agresión y que es un modo, a pesar de lo que algunas personas se crean, de evitar una agresión inmediata. En este punto, además, no saben dichas personas si es o no justificado, ya que la gran mayoría desconoce el lenguaje canino, señales de calma o apaciguamiento.

En conclusión, cualquier persona que convive con un perro debe aprender comunicación canina, emplear un sistema adecuado de paseo como correa suficientemente larga, manejo de correa y retirar cualquier interacción humana al relacionarse dos perros. La gran mayoría de problemas entre perros están causados por los humanos. Si ya tienes el problema creado, acude a un profesional que te enseñe todo esto, sin emplear castigos, ni correcciones ni métodos de presión. Disfrutad del paseo, es uno de los mejores momentos que un perro y una persona pueden tener a lo largo de un día cotidiano.

Nos vemos en el siguiente artículo.



Jonathan Andrés Arredondo,
Educador canino en “ECHALE UNA PATA”. León



"El adiestramiento en positivo, no solo es premiar, es respetar"